VIERNES DE LA SEMANA 32° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Lucas 17, 26-37
“El que trate de salvar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará“
Jesús dijo a sus discípulos: “En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida la perderá; y el que la pierda la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos que estén en el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada”. Entonces le preguntaron: “¿Dónde sucederá esto, Señor?”. Jesús les respondió: “Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres”. Palabra del Señor.
Meditación
Kerigma y perseverancia. Los niños, humildes y pobres nos ayudan a confirmar los itinerarios de vida cristiana. Ésta crece en la comunión, participación y misión, casi naturalmente. El kerigma y la perseverancia son como las pistas de vuelo y anclaje en la ruta de salvación.
El corazón humano se pregunta: dónde sucede esto. La búsqueda de la verdad en los espacios de fe, el resonar del kerigma en el canto, la liturgia y momentos de escucha musical, entre los quehaceres, se conforma una ruta de vida, una rutina consciente, firme y flexible. Se verifica en los encuentros, paseos y retiros espirituales, sin descartar los trabajos de la misión. La rutina de la misión es sostenida por el kerigma y la constante actualización y verificación.
San Francisco de Asís, se ha lanzado a una rutina desconocida pero guiada por la fe de su ambiente, de su época, de sus amigos y extraños compañeros de nueva vida. Es claro que no precisó de la frecuente participación de los sacramentos y prácticas devocionales, pero la vivencia de aquéllas y la correspondencia a la Palabra de Dios, imaginada, intuida, practicada, hizo que la economía sacramental sostuviera su testimonio, hasta nuestros días.
Gentileza, Arzobispado de Asunción