Tema: «El Espíritu Santo nos enseña a orar según la voluntad de Dios»
Preside: Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Caacupé.
Predica: Fray Edgar Toledo, Secretario General de la Animación Bíblica de la Pastoral.
Compartimos la Homilía del Fray Edgar Toledo durante la Misa Novenario en su tercer día, fiesta de San Andrés Apóstol y mártir.
“En el año de la oración que iniciamos el tema se titula ´El Espíritu Santo nos enseña a orar según la voluntad de Dios´, tres palabras importantes, Espíritu Santo, Oración y Voluntad de Dios. La Carta a los romanos habla de ´Alguien´ muy poco conocido, Pablo nos dice que el Espíritu viene a nuestra ayuda para orar. El Espíritu Santo es Alguien poco conocido en la Iglesia, sin embargo es Alguien fundamental en nuestra identidad cristiana en nuestro ser de hijos e hijas de Dios, entonces cómo es que nos resulta desconocido, incluso en la Teología, en los estudios teológicos algún autor lo haya llamado ´el gran desconocido´ al Espíritu Santo.
Preguntémonos: ¿Qué lugar ocupa el Espíritu Santo en mi vida, en mi espiritualidad, en mi relación con Dios, con los demás, conmigo mismo? ¿Dónde está, cuándo te acuerdas de Él, en qué circunstancias?
Ciertamente el Espíritu Santo es de las tres personas de la Trinidad, es lo que sabemos pero aún incluso en los estudios teológicos, en la práctica pastoral queda algo de lado. Después de Vaticano II hemos practicado una renovación acerca del lugar, de la persona, de la misión del Espíritu Santo. Por eso en este año dedicado a la Oración, un tiempo de Gracia, es oportuno preguntarnos qué podemos hacer, para reavivar el Espíritu Santo, en nuestra vida como comunidad, como iglesia, y en forma personal”
En otro momento el Fray Toledo continua diciendo, “todos recibimos el mismo Espíritu del que nos habla San Pablo: en el bautismo lo renovamos en la confirmación y después en cada sacramento de forma quizá más implícita, él siempre está ahí, el que hace la experiencia cristiana, aunque no lo mencionemos o invoquemos o simplemente lo demos por hecho, es decir lo conocemos aunque tácitamente, no siempre somos conscientes de ello. Sin el Espíritu Santo no podemos rezar, no podremos creer en Dios, en Su Palabra, es más, sin el Espíritu Santo no podríamos hacer la Eucaristía porque en cada Eucaristía pedimos la Presencia del Espíritu Santo para convertir las especies del pan y del vino en Cuerpo y Sangre de Jesús. El Espíritu Santo es el que nos impulsa a la oración, es el mismo que se derramó en los Apóstoles, en los discípulos, que Jesús prometió y que también es para nosotros, es el mismo que inspiró a los autores sagrados de la biblia para que pusieran por escrito la Palabra de Dios”.
San Pablo también nos recuerda en su carta a los romanos cuando dice que no hemos recibido un espíritu de esclavos sino de hijos adoptivos que nos hacen clamar ´Abbá Padre´. Dios nos libera, nos limpia porque nos ama…y cómo le respondemos nosotros?¿De qué somos esclavos? Sólo el Espíritu Santo nos puede aclarar esta experiencia, Él trabaja en lo profundo de nuesro corazón, cuando nos damos cuenta, cuando nos arrepentimos, cuando queremos volver a Dios.” Ojalá nos demos cuenta de la Presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, fundamental como el aire que respiramos.
En el Evangelio de Juan, Jesús dice a los discípulos que Él enviará su Espíritu Santo a todos los que creen en Su Palabra, ´mi Padre y yo vendremos a morar en él´, es lo que llamaron los grandes santos y los místicos ´la inhabitación trinitaria´, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo de Jesús prometió a sus discípulos es el mismo que nosotros hemos recibido entonces debemos y podemos predisponernos a abrirnos a su acción, ser dóciles a sus enseñanzas y no es otra cosa distinta de la que Jesús nos enseña . Para comprender lo que Jesús enseña no es suficiente con escuchar, leer la biblia o ir a misa, es necesaria la acción del Espíritu Santo, que actúe en lo más profundo de nuestro ser para iluminar nuestra mente y nuestro corazón para comprender verdaderamente lo que Dios quiere de nosotros y lo que Dios quiere es lo que llamamos la Voluntad de Dios. Orar como Dios quiere no es tarea fácil, es difícil, muchas veces es difícil comenzar a orar por nuestra pereza.
Aprender lo que Dios quiere y orar como Dios quiere es hacernos conscientes de que no es Voluntad de Dios que haya tantas injusticias en nuestro país, sufrido nuestro Paraguay; no es Voluntad de Dios que haya campesinos que no son escuchados, indígenas desalojados de sus tierras e incluso asesinados, esa sangre clama a Dios, como la de Abel; políticos que sólo se preocupan de estar mejor ellos solos, eso no es Voluntad de Dios. Cuando el pueblo paraguayo no tiene salud gratuita y de calidad ni escuelas ni colegios dignos donde se reciba educación de calidad, no es Voluntad de Dios.
El Espíritu Santo nos hace comprender eso, no es Voluntad de Dios, por lo tanto hay que denunciar estas y muchas realidades que salpican, golpean, que hacen sufrir a la gente y a nuestro país. Nuestra oración no puede ser solamente ´analgésico´, para estar bien, para sentirnos bien, sin pensar ni incluir a otros hermanos más empobrecidos y necesitados.
Es importante preguntarnos hermanos y hermanas ¿Qué hace el Estado por los niños de la calle, los jóvenes ´chespis´ que tenemos en nuestros barrios, los abuelos y abuelas que viven en la miseria en todo el país? Las grandes injusticias, los grandes personajes corruptos que viven campantemente… no es Voluntad de Dios; qué hacen las instituciones gubernamentales y la misma iglesia, por las mujeres violentadas, niños y niñas abusadas…qué hacemos? El Espíritu Santo nos hace ver y comprender la realidad sufriente para que oremos y también nos comprometamos a hacer algo al respecto, orar según la Voluntad de Dios. No basta con solo rezar, hay que hacer algo, hay que comprometerse En la misma iglesia necesitamos más transparencia, más fraternidad, más diálogo. Lo que denunciamos de los políticos, también debemos aplicarnos a nosotros mismos, en la iglesia, sobre todo en nuestras instituciones como los colegios o las universidades por ejemplo. El Espíritu Santo nos enseña y nos recuerda las mismas enseñanzas de Jesús, por lo tanto, como discípulos y misioneros estamos llamados a caminar juntos sinodalmente, a escucharnos, a construir cada uno, cada una, la comunidad, la iglesia, la parroquia, que soñamos y que Dios quiere. Necesitamos comprometernos para construir un Paraguay más justo, más fraterno y solidario.
Nuestras oraciones deben estar atravesadas por los sufrimientos no sólo de nuestro país sino también del mundo entero. Sólo en las manos de Jesús de Nazaret podemos depositar todo esto, solo a los pies del Señor crucificado, experimentado en el sufrimiento Podemos encontrar el lugar seguro para presentar todo aquello que necesitamos enfrentar, superar y resolver, para que este mundo sea un lugar más humano, más fraterno según el sueño y Proyecto de Dios.
Por ultimo el Fray Toledo expresó: “ El Espíritu Santo viene a nuestra ayuda, gime en nosotros; dejémonos guiar por Su Presencia y hoy recordando la fiesta del Apóstol Andrés, escuchando la lectura del Evangelio, respondamos con un sí pronto, rápido a la llamada del Señor que nos dice ´Ven y sígueme´. Que así sea”.
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica.
Audio e imagen, Gentileza Dpto. de Comunicaciones Basílica Santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.