San Andrés Dung-Lac, presbítero (1795-1839) y compañeros mártires

Vietnam, un país en el Sudeste Asiático, vio también la semilla de la religión católica; muchas personas fueron bautizadas al Catolicismo, lo que originó desde 1645 a 1886 innumerables persecuciones a los católicos, y muchos de ellos derramaron su sangre por amor a Jesucristo ya que el comunismo decidió exterminar con los católicos en ese país.

Desde el siglo XVI se inició la evangelización en ese país y muchos siguieron abonando el terreno para seguir sembrando y construyendo el Reino de Dios, entre ellos muchos religiosos y sacerdotes de distintas comunidades y órdenes religiosas.

Dentro de la lista de aquellos sacerdotes que llevaron la Palabra de Dios a Vietnam, está Andrés Dung-Lac que era hijo de padres no creyentes. Andrés nació en Bac Ninh (Vietnam) y sus padres llegaron a venderlo para poder sobrevivir, y por gracia de Dios llegó a manos de un misionero católico quien se lo llevó con él. Andrés se hace bautizar y empieza su misión de difundir el mensaje de Jesucristo en medio de su pueblo hasta que decide ordenarse como sacerdote.

Recibe las órdenes sagradas el 15 de marzo de 1823 y es adscrito a una parroquia. Realiza su apostolado activamente hasta que se desata una cruenta persecución ordenada por el rey Minh-Hang. El padre Andrés es arrestado y luego liberado bajo fianza, pero continúa secretamente atendiendo a sus hermanos necesitados de Cristo a pesar de que le prohibió continuar ejerciendo el ministerio sacerdotal. De nuevo es arrestado y llevado a la cárcel de Hanoi donde se le instiga a que reniegue de su fe, lo que naturalmente no acepta. Es condenado a la decapitación después de sufrir crueles tormentos, el 21 de diciembre de 1839.

Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II el 19 de junio de 1988, y adscrito su nombre junto con otros mártires que derramaron su sangre por defender la fe en Jesucristo.

Hoy también se recuerda a San Próspero de Reggio Emilia y a las santas Fermina y Flora.

 

Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica