Dante llama al evangelista Lucas “el escribano de la mansedumbre de Cristo”, porque, en las páginas de su Evangelio predominan imágenes de dulzura, gozo y amor.
Lucas nació en Antioquía de Siria. Pagano de religión, ejercía la profesión de médico y cultivaba tanto la pintura como la literatura. Lucas había pintado, en su casa de Nazaret, justo sobre la madera de la mesa en la que oraba y comía la Virgen, el primer retrato auténtico de Nuestra Señora. Según la tradición, aquel retrato corresponde al de la Virgen negra, del tipo Odifitria –que significa “aquella que indica el camino”-, hoy conservado y venerado en Czestochowa, Polonia, proveniente de Constantinopla, ciudad de la que Lucas es patrono.
Lucas, “el querido médico”, fue discípulo y compañero de Pablo en sus viajes apostólicos, fiel hasta la última prisión en la cárcel romana. Es el autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Habla de la infancia de Jesús y narra episodios de la vida de la Virgen.
Escribe siguiendo el orden del Evangelio de Marcos. Un trabajo precioso, en el que pone en evidencia todo el amor misericordioso de Dios hacia la humanidad, hacía los pecadores, sean ellos publicanos o prostitutas, y hacia aquellos que no tienen cómo alimentarse o cómo vestirse, por ejemplo, las parábolas del hijo pródigo y del rico y Lázaro.
Lucas revela un agudo sentido social, que le hace privilegiar un nuevo tipo de sociedad, basada en el amor fraterno y en la solidaridad, en la que está ausente todo tipo de discriminación entre el hombre y la mujer.
Se cree que el cuerpo del evangelista fue llevado de Constantinopla a Padua, en el siglo IV, a la abadía de santa Justina.
Patrono de los médicos, de los notarios y de los impresores. Es protector de los artistas y de los pintores.
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica