Santo Domingo de Silos, abad (1000 – 1073)
Domingo nace en Cañas, en la provincia de Logroño, España, hacia el año 1000. Hijo de padres nobles caídos en la miseria, quienes, para sobrevivir, trabajan como pastores.
Entra en un monasterio benedictino y se ordena sacerdote, pero huye de allí y se retira a una gruta de la Sierra de Cameros, donde vivirá algunos años en una solitaria ermita. Hacia el 1030 entra en el monasterio de san Millán de la Cogolla, en Navarra, donde se convierte en maestro de novicios y, más tarde, en prior.
El rey de Navarra, García III –que quiere englobar los bienes de la Iglesia- se le opone, al punto de obligarlo a dejar la región. Es acogido en Burgos por el rey de Castilla, Fernando el Grande, quien, en el 1041, le confía el monasterio de san Sebastián de Silos (ahora Santo Domingo), todavía famoso por su liturgia en canto gregoriano y por ser meta de grandes peregrinaciones, sobre todo, de los jóvenes.
Domingo, convertido en abad, se caracterizará por una actividad prodigiosa, que lo llevará a reformar la abadía, introduciendo la disciplina de Cluny y promoviendo los estudios sagrados, gracias a la creación de un scriptorium, es decir, de un centro para la transcripción de los textos. Defensor de los pobres contra las ambiciones de los poderosos, se interesa en los huérfanos, para los que abre un taller de artes y de oficios. Se empeña, sobre todo, en liberar a muchos esclavos cristianos y en tutelar en la prisión a los mismos esclavos moros. Por esto es representado junto a varias cadenas rotas. Su fama de santidad se difunde por toda España, Reyes y príncipes recurren a él para consejo, invitándolo con ocasión de grandes eventos políticos y religiosos.
Cuando, después de treinta años de gobierno, muere el 20 de diciembre del 1073, su comunidad cuenta con más de cuarenta monjes y Silos se ha convertido en un centro de irradiación de santidad, de arte y de cultura. En el 1076, su cuerpo, exhumado del claustro, será trasladado a la basílica de san Sebastián.
Es patrono de los prisioneros. Además, es invocado como protector de las parturientas, porque, gracias a su intercesión, la beata Juana, madre del fundador de los Dominicos, tuvo un hijo a quien llamó, justamente, Domingo.
Realizó muchos milagros, sobre todo, liberando a esclavos cristianos del yugo de los moros.
Hoy también se recuerda a san Liberato.
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica