San Graciano, obispo (siglos III-IV)
El nombre Graciano evoca la palabra “gracia” y la idea de “agradecido” o “uno que es muy querido”. Es un nombre muy frecuente en Europa y en américa Latina –sobre todo, en su versión femenina-, que se remonta a tiempos lejanos.
Graciano es probablemente originario de Roma, donde nace en la primera mitad del siglo III. Discípulo de san Dionisio de Parías es enviado, en el 249, por el Papa Fabián a evangelizar la Galia, junto con san Remigio y otros misioneros.
Así llega a Tours, sobre el Loira, donde es aclamado por el pueblo como primer obispo de la diócesis. Fija su sede episcopal en Tours –como relata Gregorio de Tours en su Historia Francorum-, que guiará con celo pastoral y paternal dedicación durante más de cincuenta años, contribuyendo de manera decisiva a la afirmación de la fe cristiana.
Después de su muerte, ocurrida el 18 de diciembre del 301, no se encuentra un sucesor durante muchos años, hasta que en el 337 es elegido Lidorio. Más tarde, quizás en el 371, por voluntad popular es elegido como tercer obispo de Tours un santo destinado a una vasta e insuperable celebridad: san Martín. Este inaugurará la práctica –hoy consolidada- de la visita pastoral; lucha contra la injusticia y la opresión e incluso en el ámbito político religioso.
La Célebre catedral de Tours, con sus famosos vitrales, erigida a partir del 1246, sobre un edificio del siglo IV, y dedicado a san Mauricio, está hoy consagrada a san Graciano. Por eso es llamada “La Gratianne”, merecido homenaje a aquel misionero que predicó primero el Evangelio en Tours.
Hoy también se recuerda a Nuestra Señora de la Esperanza.
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica