San Juan de Letrán es el primer templo cristiano construido en Roma después de las persecuciones en el siglo IV.
Es la Catedral de Roma donde se encuentra la sede episcopal del Papa como obispo de Roma. Es la más antigua de las Basílicas de la Iglesia Católica. Se comenzó a construir por orden del Papa Melquiades en el año 311.
A principios del siglo IV fue propiedad de Fausta, mujer del emperador Constantino y que con el tiempo llegó a ser morada del Papa Silvestre I. Fue terminada en su Pontificado y consagrada en el año 324. Se le llamó también Basílica del Divino Salvador, porque habiendo sido consagrada una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre.
En el año 846 fue destruida por un terremoto y de nuevo reconstruida por Sergio III, quien la dedicó en honor a san Juan Bautista. En el siglo XII el Papa Lucio II la consagró a san Juan Evangelista y desde el 324 hasta 1400 llegó a ser la residencia oficial de los Pontífices.
Allí se celebraron cinco Concilios Ecuménicos y varios Concilios regionales, allí san Francisco de Asís se reunió con Inocencio III para solicitarle la aprobación de su Orden, y en 1929 se firmó el Tratado de Letrán entre la Santa Sede y el gobierno de Italia, donde se reconocía la autonomía del estado de ciudad del Vaticano.
La Basílica de san Juan de Letrán es un símbolo de unidad de todas las comunidades cristianas con Roma, por ello es llamada “la madre de todas las Iglesias” y nos recuerda la comunión que tenemos con la Iglesia de Roma sobre cuya base está Jesucristo, como cabeza de la Iglesia y cuyo representante en la tierra es el Papa. En pocas palabras, es la celebración de la unidad y de la catolicidad de la Iglesia.
Hoy también se recuerda a los santos Oreste y Teodoro y a la Beata Isabel de la Trinidad
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica