San Paulino de Aquilea, obispo (726-802)

Nacido alrededor del 726, en Friuli, Premariacco, cerca de Cividale. Allí recibe su formación literaria y religiosa.

Goza ya de notoriedad, cuando es llamado a Aquisgrán, por Carlomagno, que acababa de derrotar a los lombardos y de conquistar el Friuli.

Aceptada la invitación de Carlomagno, pasa algunos años a su servicio, ejerciendo las funciones de magíster grammaticae, es decir, de docente de lengua. Junto con Alcuino de York y con Angilberto, él representa la vanguardia de la élite cultural en que Carlomagno se apoya, incluso después de su nombramiento como patriarca de Aquilea en el 787, querida por el mismo rey franco.

Literato y teólogo de notable magnitud, se empeñó también en otros quehaceres. En el 796, participa, junto con otros obispos, en la expedición de Pipino contra las Ávaros, población emparentada con los Hunos; empresa que culmina con una asamblea a orillas del Danubio. Los prelados discuten el problema de la evangelización de los vencidos, llegando a definir una línea de acción que prevé un acercamiento gradual, no forzado, de las poblaciones al cristianismo.

Unido por una sincera amistad al duque de Friuli, Eric, Paulino compone para él, entre el 796 y el 799, un Liber exhortationis, es decir, uno de los primeros textos destinados a instruir y a formar a un representante del poder en los principios de la vida cristiana.

Paulino tiende a configurar un ideal de vida que, aunque se remite a los rasgos típicos de la espiritualidad monástica, reconoce la peculiaridad y la dignidad propia de la condición laical, asignándole una vía autónoma de perfección.

Muere en Cividale, el 11 de enero del 802. Es sepultado en la catedral, donde actualmente se conservan sus reliquias.

Hoy también se recuerda a los santos Higinio y Leucio.

 

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