Obispo y Doctor de la Iglesia (340-407)
Juan, nacido en Antioquía de Siria, alrededor del 340, se siente llamado a la vida monástica y como todos los monjes de su tiempo, escoge la soledad del desierto, donde permanece por casi seis años.
De ese lugar de retiro vuelve fortalecido en el espíritu. Después, se prepara al sacerdocio y al ministerio de la predicación, que ejerce con pericia, haciéndose famoso en toda la región. Su gran elocuencia le vale el título de crysóstomos, es decir, “boca de oro”.
Queriendo corregir el comportamiento de sus lectores y de sus oyentes, estigmatiza abiertamente los errores y a quienes los cometen, atrayendo al tiempo la admiración de la gente sencilla y el rencor de los funcionarios corruptos, al igual que de algunas autoridades imperiales.
Contra su persona –después de haber sido elegido a la prestigiosa cátedra arzobispal de Constantinopla- se alían algunos obispos, encabezados por Teófilo de Alejandría y por la emperatriz Eudosia.
Así, el arzobispo Juan conoce la humillación del exilio, del que viene llamado, con premura, por el emperador Arcadio, quien ha sido golpeado por varias desventuras y, sobre todo, quien está consciente de que el pueblo está de parte de su obispo.
Su regreso es un verdadero triunfo, que irrita a la corte. El obispo emprende de nuevo la evangelización de los campos, la creación de los hospitales, las conferencias contra la herejía arriana y, en sus sermones, la denuncia de los vicios e hipocresías. Por esto, es exiliado de nuevo primero a la frontera con Armenia, luego, más lejos, a orillas del mar Muerto.
Junto al santuario de san Basilisco, después de haber recibido la eucarística y de haber repetido su oración preferida: “Gloria a Dios en todas las cosas”, muere en el año 407.
Patrono de los exiliados, de los predicadores, de los oradores sagrados y de Turquía europea. Es invocado contra la epilepsia.
Hoy también se recuerda a san Maurilio.
Oficina de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica.