Hoy, 26 de marzo, conmemoramos la vida y obra de San Ludgero, evangelizador en las tierras de Frisia (Países Bajos) y Sajonia (Alemania), fundó la Abadía de Werden y se convirtió en el primer obispo de Münster, en Westfalia, Alemania.

 

La vida de San Ludgero estuvo marcada por su dedicación al servicio del Evangelio entre los pueblos paganos de su época, así también en la creación de monasterios, Iglesias y escuelas.

 

Nacido alrededor del año 745 en Frisia, en una familia noble, Ludgero vivió en una era de expansión del Imperio Carolingio bajo el reinado de Carlomagno. Durante este periodo presenció la difusión del cristianismo, especialmente en regiones como la «Germania Magna», entre los ríos Rin y Elba.

 

Se reconoce que la labor de evangelización en estas tierras fue impulsada por dos grandes figuras: San Bonifacio, el apóstol de Alemania, y San Ludgero.

 

Ludgero se educó en las Islas Británicas bajo la tutela del renombrado teólogo Alcuino de York. Tras ser ordenado sacerdote en Colonia en 777, regresó a Frisia como misionero. Lo que distinguió de su trabajo fue su enfoque de respeto y libertad en la evangelización, en contraste con otros métodos coercitivos de la época. Se cree que esta actitud contribuyó significativamente a su éxito en la conversión de numerosas personas.

 

Aunque Carlomagno intentó involucrar a Ludgero en asuntos políticos y eclesiásticos más elevados, incluso ofreciéndole el obispado de Tréveris, el santo prefirió regresar a Frisia como un simple misionero, rechazando los honores y privilegios que le ofrecían.