1 de marzo. Patrono de los niños enfermos de ceguera y de tos ferina.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Mateo 16:24
Vida y renuncia
Hoy se recuerda el día de San Albino, obispo de Francia en el siglo VI.
Proveniente de una familia noble, decide renunciar a ella y a su herencia para dedicarse por completo a Dios como monje. Ingresó al monasterio de Tincillac, que seguía la Regla de San Agustín. A los 35 años, ascendió a abad, liderando el monasterio hasta 529, cuando fue elegido obispo de Angers.
Fue designado como obispo de Angers desde el 529 hasta el 550.
Trabajo y coherencia de vida
San Albino abogó por la equidad y la caridad con su ejemplo. Desde su posición como obispo de Angers, instó a las autoridades y a los poderosos a hacer lo mismo.
Promovió activamente la caridad y la ayuda a los necesitados. Además, trabajó incansablemente por restaurar la disciplina eclesiástica y desempeñó un papel destacado en la convocatoria del III Concilio de Orleans.
En este concilio, San Albino defendió la restauración de las condiciones canónicas en relación con el matrimonio, que prohibían uniones entre personas con vínculos cercanos de parentesco. Estas condiciones se habían relajado previamente debido a los intereses de la nobleza y cuestiones relacionadas con la herencia.
Milagros
Dicen que gracias a su intercesión, un joven llamado Albaldo fue devuelto milagrosamente a la vida. Así también, intercedió por un grupo de ladronzuelos condenados a muerte, pero al no lograr salvar sus vidas, una parte del muro de la prisión se derrumbó durante la noche, permitiéndoles escapar. Estos jóvenes, reconociendo la segunda oportunidad dada por Dios, volvieron a San Albino prometiendo cambiar sus vidas.
Además, realizó milagros de curación, especialmente entre los niños que padecían ceguera.