por Mons. Pierre Jubinvillle, obispo de San Pedro y Presidente de la CEP.
Hace unos diez días se celebró la coordinación nacional de la Pastoral de Juventud en Filadelfia. Fue un encuentro muy especial por la cálida acogida, el contacto con las culturas locales y los temas que abordamos. Entre otros, la Pastoral de Juventud (PJ) quiere organizar e invitar a un “gesto común” para celebrar el “Jubileo de la Esperanza”.
Desde un principio, pensamos en la ecología. Hacer un gesto de cuidado, sanación, restauración y concientización hacia la Casa Común nos parece un símbolo de confianza en la humanidad y de esperanza en Dios. Vale la pena cuidar, aunque sea con gestos sencillos y limitados. Vale la pena apoyar todas las iniciativas que buscan proteger y fortalecer los ecosistemas que garantizan la vida en este planeta, en paz y en justicia. La PJ lanzará un llamado a todos y todas, y este gesto, unas “mingas ambientales”, se llevará a cabo en octubre.
Paraguay enfrenta muchos desafíos en cuanto a la ecología. Deberíamos elaborar una hoja contable de lo que gastamos y podríamos ver que tenemos una deuda significativa. Wikipedia sobre “los problemas ambientales del Paraguay” menciona una lista: “la desaparición de sus bosques, el deterioro de los suelos, la contaminación ambiental que afecta al aire y al agua, la erosión de los suelos, la enorme expansión de la zona urbana, la falta de control de los residuos, la deforestación en campos privados y en algunas áreas protegidas, la eliminación de la vegetación primitiva y la reutilización de grandes terrenos con fines agropecuarios.”
No es un tema popular, pero con frecuencia escuchamos sobre él en la prensa: más hectáreas deforestadas, minerías desreguladas, cuencas hídricas contaminadas, humedales secados, aire irrespirable en algunos centros urbanos, basurales llenos de desechos peligrosos, uso indiscriminado de pesticidas, explotación desmedida de la arena, herbicidas y fertilizantes con efectos dañinos sobre la población y los mismos suelos, manejo irresponsable del agua… todo esto en el Chaco, en Paso Yobái, en Ñeembucú, en Canindeyú, en el centro de Asunción, en San Pedro… en todas partes, a la vuelta de la esquina.
El Papa Francisco publicó Laudato Si en 2015 y Laudate Deum en 2023. A la feligresía mundial le cuesta asociar fe y medio ambiente. Necesitamos redescubrir y restaurar un vínculo que hemos debilitado entre nosotros, la humanidad, y nuestra Casa, el planeta. La Iglesia misma parece no comprender todavía cómo integrar medioambiente y vida espiritual. Muchos sectores económicos y políticos, a veces vinculados a grupos religiosos, han manifestado su abierta hostilidad ante los planteamientos ambientales. Para ellos, el medioambiente, como dice irónicamente un poeta de mi tierra, “hay mucho de esto afuera…” y, como dijo un político de aquí, es para “usar y abusar”.
Volveremos sobre estos temas y sobre la invitación de la Pastoral de Juventud. Mientras tanto, que podamos restaurar nuestro don de contemplación del universo creado por Dios, este inmenso jardín donde nos puso como cuidadoras y cuidadores. Es la primera vocación que recibimos.