OCTAVA DE NAVIDAD
Fiesta de San Juan, apóstol y evangelista
Evangelio según San Juan 20, 1-8
“Él también vio y creyó“
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús; éste no estaba caído con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Palabra del Señor.
Meditación
La fiesta del apóstol san Juan adorna de alegría las fiestas de la Navidad, ya que es el testigo clave del amor hecho carne y acampado entre nosotros.
“Fue Juan el único entre los doce que estuvo en el Calvario, al pie de la cruz, de la mano de la Virgen María (cfr. Jn 19,26-27). Allí el Señor le entregó a su Madre, pidiéndole al discípulo que se hiciera cargo de Ella. Por eso dice la Escritura: “La recibió en su casa”. San Juan fue, pues, quien se quedó a cargo de la Madre de Dios, para honrarla, servirla y cuidarla como lo hizo Jesús”(Papa Francisco).
Como Juan estamos llamados a ver, profundizar y gustar el amor de Cristo hecho carne, en cada Eucaristía, y en la intimidad de la oración. Somos dichosos también porque Dios viene a nosotros por Su palabra hecha carne; entra en nosotros por la fe, y reina en nosotros por la gracia.
Madre Santísima, haz que te llevemos siempre en nuestras vidas y seamos fieles a Tu Hijo.
Gentileza, Arzobispado de Asunción