MIÉRCOLES DE LA SEMANA 27° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Lucas 11, 1-4
“Padre, santificado sea tu Nombre“
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Palabra del Señor.
Meditación
El maestro de la Ley (cf. Lc 10,25) nos sitúa en la doble exigencia del amor de Dios y del prójimo, que con el buen samaritano (cf. Lc 10,25-37), el que practica misericordia, se hace prójimo del hermano y, en María, reflejaba el valor de la escucha de la Palabra de Jesús (cf. Lc 10,38-42). El testimonio de Jesús hace que sus discípulos también quisieran ser como Él (persona de oración). Le ponen como ejemplo a Juan por su modo de vida disciplinada y entregada a Dios a través de la oración. Les enseña la oración del “Padrenuestro”, particularmente para sentirse hijos. Es la apertura del hombre ante el misterio de Dios que se revela; la súplica del ser humano que se descubre abierto ante el misterio del reino y que confía plenamente en su presencia o fuerza salvadora.
La palabra: “Padre”, indica que somos hijos. Si es un buen padre, siempre le dará a su hijo lo mejor. ¿Podría Dios, siendo nuestro Padre, abandonarnos? Imposible. Siempre nos mira como un Papá y nos ama a todos por igual, pues Él hace salir el sol sobre buenos y malos, es Misericordioso con cada uno. El Nombre de Dios es tres veces Santo, Él nos hace santos con la unción del Espíritu Santo, revelando la santidad de su nombre en la venida de su Reino.
El reino ha dejado de ser una especie de fatalidad que nos rodea y se ha venido a convertir en don de amor, por ello, la oración se dirige personalmente al Padre. El reino es el regalo de amor y de confianza que el Padre nos ofrece a los creyentes. Por otro lado, ese regalo del reino llega como perdón, pero está condicionado por el don del perdón entre los hermanos. Regalo del perdón de Dios generando ambiente de regalo perdonándonos. Si el perdón de Dios no se traduce en un perdón entre los hermanos, la oración de Jesús resultará mentirosa.
Perdón Señor porque nos cuesta orar y ser conscientes de que somos tus hijos para tratarte como lo que eres: Papá para todos. Ayúdanos a orar con amor, desinteresadamente y practicar el contenido de vivir en tu Voluntad, abandonándonos a todas las consecuencias de lo que nos mandas, lo más conveniente para nuestra salvación. Gracias por ser nuestro papá y darnos lo necesario para ser felices, amparándonos, guiándonos y proveyéndonos de los necesario, principalmente de tu amor misericordioso. Amén.
Gentileza Arzobispado de Asunción.