En la España de 1930, tuvo lugar una cruenta persecución contra los católicos, siete jóvenes colombianos, hermanos de la Comunidad de San Juan de Dios, se encontraban en una misión de amor y servicio en tierras lejanas:
Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello, entregaron sus vidas en defensa de su fe y del amor al prójimo.
Fueron enviados por su comunidad religiosa a España para seguir estudios de enfermería y brindar asistencia a los enfermos mentales y desamparados, estos jóvenes se vieron envueltos en un torbellino de violencia desatado por el gobierno comunista español y sus aliados.
El sacrificio de los siete mártires colombianos comenzó cuando, ante la orden de abandonar el centro médico en Ciempozuelos, fueron hechos prisioneros y encarcelados en Madrid. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de la cancillería colombiana, su libertad no llegó a tiempo. Antes de partir hacia su tierra natal, fueron asesinados por oficiales del gobierno comunista español.
En 1992, el Papa Juan Pablo II elevó a los siete mártires colombianos a la dignidad de los altares, beatificándolos y reconociéndolos como testigos valientes de la fe en tiempos de persecución.