MARTES DE LA II SEMANA DE CUARESMA
Evangelio según San Mateo 23, 1-12
«El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado»
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: “Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”. Palabra del Señor.
Meditación
¡Ustedes tienen un sólo Padre celestial! La caridad en verdad no hace acepción de personas, pero nosotros hacemos distinciones y privilegios. El papa Francisco resuelve el dilema con los verbos decir y hacer. “Decir y no hacer es un engaño. Dios prefiere: Dejen de hacer el mal, aprendan a obrar bien (…) Enderecen al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda. Demuestran también otra cosa, la infinita misericordia de Dios que dice a la humanidad: Vengan y discutamos. Aunque sus pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve. La misericordia del Señor sale al encuentro de los que tienen el valor de discutir con Él, pero discutir sobre la verdad, sobre lo que hago o no hago, para corregirme. Y ese es el gran amor del Señor, en esta dialéctica entre «el decir y el hacer». Ser cristiano significa «hacer»: hacer la voluntad de Dios. Y el último día —que a todos nos llegará—, ese día, ¿qué nos preguntará el Señor? ¿Acaso nos dirá: qué habéis «dicho» de mí? ¡No! Nos preguntará por lo que hemos «hecho». Lo encontramos en el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo sobre el juicio final, cuando Dios pedirá cuentas al hombre acerca de lo que ha hecho con los hambrientos, los sedientos, los encarcelados, los extranjeros… Esa es la vida cristiana (23-II-2016).
Gentileza del Arzobispado de Asunción