Evangelio de hoy

 JUEVES DE LA SEMANA 31ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 15, 1-10  

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Y les dijo también: “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”. Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte”Palabra del Señor.

Meditación

Hoy estamos celebrando a María, Madre y Mediadora de toda Gracia, un título de “Mediadora”, que ya en el concilio Vaticano II se afirmaba que María “continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna” (Lumen gentium, 62). En la encíclica Redemptoris Mater 38, se nos dice: “la mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas”. Sabe María que se debe hacer lo que su Hijo nos diga, pues en la escucha y práctica fiel de su Palabra está la vida que Dios nos comunica. Le pedimos que interceda por todas nuestras intenciones que son del agrado de Dios.

Estas dos parábolas nos enseñan que: a) Jesús da su gesto de perdón a los perdidos y, b) muestra el auténtico rostro de Dios sobre la tierra; es un Dios que salva y crea, un Dios no indiferente. Los representantes de Israel caen en la murmuración y se resisten oponiéndose a la actitud de Jesús, se sienten orgullosos y seguros moralmente, se sienten dueños de la religión, no soportan que venga alguien a hablar de que Dios es de los otros, de las prostitutas, también de los enemigos, de los pecadores públicos. Pero, Jesús presenta el corazón misericordioso de Dios, rompiendo la estructura que les da seguridad humana a los fariseos y escribas.

Un pastor que ha perdido una oveja, coloca a las otras ovejas en un lugar seguro y con muchísimo riesgo va a buscar a la que falta. Lo mismo pasa con la mujer que pierde su moneda, no se preocupa ni se ocupa de las que tiene consigo sino de la perdida, ilumina todo lo que puede y limpia todos los rincones de su casa hasta encontrarla. En las dos parábolas hay gozo, alegría por encontrar lo que se había perdido. Eso genera ayudar a quienes están en peligro y a los extraviados. El Evangelio manifiesta a Jesús como encarnación del perdón creador de Dios en medio de los seres humanos. Quien acoge con agrado y lleva en su vida esta actitud, acepta el perdón de Dios y se integra a facilitar esa misericordia divina. Por ende, quien rechaza el perdón divino, rechaza al mismo Dios que regala perdón. Él siendo nuestro Papá siempre obrará con misericordia con cada uno de nosotros, porque nos ama incondicionalmente.

Perdón Señor porque a veces estamos tan apegados a los ritos, normas y preceptos, que no nos dejan saborear tu amor incondicional y gratuito. Ayúdanos a perdonar a todos, así como Tú nos perdonas, ya que Tú nos amaste primero, y a buscar y rescatar a quienes están perdidos. Gracias por tu regalo de perdón, especialmente a aquellas personas a quienes ya habíamos consideradas perdidas, porque Tú nos miras a todos como tus hijos muy amados. Amén.

 

Gentileza del Arzobispado de Asunción