Evangelio según San Juan 6, 44-51
“El que coma de este pan vivirá eternamente”
Jesús dijo a la gente: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: ‘Todos serán instruidos por Dios’. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: Solo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Palabra del Señor.
Meditación
“Yo soy el pan que ha bajado del cielo”. Los que lo escuchaban, decían que eso es absurdo, porque conocían quién era Él, su papá José y compañía. Todos murmuraban, así como el pueblo de Israel murmuró contra Moisés y Yahveh en el desierto camino hacia la Tierra prometida. Jesús es el enviado y Revelador del Padre, desde el Padre bajó como Pan de vida para el hombre. Es difícil entender esto si no hay fe. Pues Nadie puede venir a Jesús si no es atraído por el Padre, indicando que es obra de Dios, es un regalo y es Él quien toma la iniciativa para cualquier encuentro que tengamos con Dios. San Agustín decía que tarde amó a Dios, mientras él lo buscaba fuera de sí, Él estaba dentro. Dios está y nos estira cuando nos dejamos seducir. Nuestra alma siempre busca lo más sagrado, sólo ahí descansa y tiene paz.
Cuando el evangelista recoge esta frase de Isaías: “serán enseñados por Dios”, tiene un aspecto externo, referido a la Persona de Jesús, actuando en medio de ellos en aquel tiempo, y otro interno, es Dios actuando en el corazón de cada uno. Hoy Jesús está en medio nuestro en la Eucaristía, y en cada corazón, nos sigue enseñando, nos sigue alimentando desde una fe viva y comprometida. Cuánta enseñanza en este tiempo en donde vemos lo frágiles que somos, lo dependientes los unos de los otros. Abrámonos a que Dios nos enseñe, nos instruya y nos ame con todo su potencial, de lo que nunca nos arrepentiremos.
Jesús les hace alusión a que sus padres comieron el maná y murieron, era el pan perecedero, pero el que Él les ofrece es el pan imperecedero, pues al comer de ese pan (Persona de Jesús y todo lo que salga de Él) se alcanzará la Vida eterna. Esta comida espiritual recibida del mismo Jesús a través de los Sacramentos, particularmente de la Eucaristía, y de la Palabra de Dios, nos orienta para discernir los signos de los tiempos y tomar decisiones correctas en nuestra vida.
Perdón Señor porque nos cuesta creer que Tú eres el Pan Vivo, que estás Vivo en medio nuestro, particularmente en la Eucaristía, y sigues formando nuestro corazón. Ayúdanos a perseverar con fe viva hasta el final, pues sabemos que “con la constancia alcanzaremos la vida”. Gracias por darnos la Vida eterna, con tu Persona (Eucaristía) y tu Palabra (Sagradas Escrituras y Tradición), y entregarnos la promesa de la Resurrección en el último día. Amén.