En el tercer día del Novenario en honor a Nuestra Señora de la Asunción, durante la Misa presidida por el Mons. Amancio Benítez, Obispo de Benjamín Aceval, compartimos la Homilía del día.
“Que el Espíritu Santo de Dios nos ilumine para profundizar, para meditar, para amar la Palabra de Dios y luego llevar también a la práctica. Eso mismo es el deseo de Cristo, que los demás vean nuestras buenas obras y glorifiquen al Padre, no que seamos nosotros glorificados. Ese mismo Espíritu que ha inspirado a los Apóstoles y ha visitado a la Virgen María en el momento de la Encarnación del Hijo de Dios, la Palabra hecha Carne y el mismo Espíritu que en el nacimiento de la Iglesia, acompaña siempre el alma de la Iglesia y el Espíritu Santo también con las Palabras de Jesús en el ministerio del sacerdote; Gracias al Poder del Espíritu Santo tenemos también la Eucaristía, es el Espíritu que nos reúne y nos anima al seguimiento de Cristo.
Hoy vamos a meditar sobre la Misión de la Familia en la Iglesia y en el Mundo. La familia es cuna y defensora de la vida. San Pablo mismo resalta y reafirma el cuarto mandamiento de Dios: “Honrar padre y madre”. San Pablo subraya la obediencia, porque muchas veces se tiene un concepto negativo de la obediencia y si miramos desde el Génesis cómo Dios deja Su Voluntad, Su Palabra a la humanidad en la persona de nuestros primeros padres, Adán y Eva. El primer pecado nos lleva a la desobediencia. No escuchamos la palabra de los padres. La obediencia, es un gran valor, ya que el mismo Hijo de Dios fue obediente hasta la cruz. Dijo Jesús: “Yo no he venido a hacer mi voluntad sino la Voluntad de mi Padre”. ¿Quiénes somos nosotros para hacer nuestra voluntad, nuestro gusto? eso es lo que está muy mal. Sólo lo que a mí me gusta hago, es la moda, no está bien. Es el peor consejo, ya sea en la familia, en el estudio, en el trabajo, en todo momento, eso que a mí me gusta nomas hago; ¿dónde vamos a parar? Ahora me gusta esto o aquello y mañana ya no y abandono a mi esposa, mi esposo; nosotros los sacerdotes, o mañana ya no me gusta más ser obispo. No es el criterio de actuación “me gusta o no me gusta” es el principio de la obediencia es decir el escuchar al Padre, y contemplar a Cristo que Gracias a su obediencia hemos recibido la salvación, es fuente de bendición y salvación. Obedezcan hijos a sus padres, porque eso le gusta a nuestro Dios. También encontramos después de Cristo, la obediencia de nuestra Madre Santísima, después de ese diálogo con el Ángel, con el enviado de Dios que dijo: “Hágase en mí Tu Voluntad”. Ese es el Espíritu que debemos tener, es el espíritu para vivir en armonía en la casa, al saber obedecer, en el matrimonio, en la familia, es la Voluntad de Dios, es la Institución de Dios, debemos seguir, obedecer, no podemos nosotros a nuestro antojo hacer, ya sea a modo de tu familia o esto o aquello. No, como Dios lo ha hecho, como Dios lo quiere, como Él ha bendecido.
Cómo debemos comportarnos en la familia. Los hijos tienen que obedecer, tienen que escuchar; pero para eso también, papá y mamá deben saber obedecer primero a Dios, cumplir la Voluntad de Dios. Por eso muchas veces los hijos no saben obedecer, porque no ven en los padres la autoridad moral, no reflejan los valores, las virtudes de una familia cristiana, de las virtudes cristianas. Esa misma obediencia también vemos en las autoridades, primero nosotros los obispos, sacerdotes, también tenemos que ser obedientes a Dios, obedientes a la Iglesia, no hacer a nuestro antojo. Así también nuestras autoridades ya sean civiles, del ejecutivo, del legislativo o del judicial también, ¿qué deben obedecer? las leyes, las constituciones, porque si desobedecemos primero a Dios, luego seguirá la institución más importante de la humanidad que es la familia, vamos a empezar a desobedecer también las instituciones constituidas, ya sea al sacerdote, ya sea al profesor, la profesora, perderemos el sentido de la obediencia que nos lleva a la armonía y que construye paz. Es el valor más importante que debemos pedir a Dios, para que podamos vivir todos juntos. Pero extrañamente, de nuestra rebeldía que es justamente la raíz de todos los males ya encontramos en Adán y Eva, eso llevamos en nuestro corazón. Queremos ser rebeldes y somos rebeldes con Dios para buenas acciones y somos obedientes para cosas malas. Los jóvenes son muy desobedientes, mal educados, agresivos en su casa y luego son obedientes a sus amigos que le dicen “vamos a beber” “vamos a fumar” etc. etc. o en redes sociales, le siguen obedientes. Y no solamente entre los jóvenes sino también los adultos. Obediencia queridos hermanos, a Dios, a las cosas buenas, a los mandamientos de Dios, a las instituciones constituidas por Dios. Por allí está nuestra fuente de convivencia, de paz, de amor. Por último, Jesús nos dice que debemos ser sal y luz del mundo para que podamos ser con Él fuertes, poder preservar de tanta corrupción, podamos iluminar en la oscuridad que hay en este mundo. Por eso debemos mantener la coherencia a las enseñanzas de Cristo, a la defensa de la vida, de la familia. Seguramente Paraguay es uno de los países, bastión de la defensa de la vida, la familia, pero somos débiles, muchas veces nos contradecimos, sólo en discursos, pero en la práctica no atendemos de la familia, debemos atender a la familia para que viva en armonía, hay que ver si el papá tiene trabajo, si tiene fuente de vida, de educación, si puede educar en todos los sentidos a sus hijos, si está enfermo, si puede ir a los hospitales. El ambiente contaminado es el peor enemigo que ahora tenemos, para que los padres no puedan educar a sus hijos son los vicios, las drogas, porque muchas veces por un lado defendemos la vida, la familia, pero por otro lado llenamos de vicios y drogas que destruyen la familia. Cuántas familias están destruidas, mamá pobrecita no sabe qué hacer con su familia, a ella misma la roban, cuidemos, depende mucho de nuestras autoridades, debemos ser coherentes no ser cómplices, eso nos llevará a la destrucción y eso si está feo. Pidamos en este día a la Virgen que nos bendiga, que nos muestre el mejor camino para que amemos y valoremos más a la familia.
A los hermanos laicos les dejo este mensaje ´la responsabilidad más importante que Dios les ha encomendado a ustedes hermanos laicos está dentro de la familia, cuna de la vida y del amor, lugar privilegiado para transmitir el Evangelio y educar en la fe, por tanto, cultiven en sus familias los valores de la verdad y de la justicia, la obediencia y el respeto, el amor, el perdón y el servicio´. Que así sea.”