En la mañana del domingo, el Monseñor Vincenzo Turturro presidió su primera misa como Nuncio Apostólico del Paraguay en la Parroquia Nuestra Señora de los Milagros Caacupemí Ysaty.
Temprano; niños, jóvenes, catequistas y familiares recibieron al representante del Papa en el país con mucha calidez y emoción, agitando banderines e interpretando cánticos que son como himnos propios de la Iglesia Católica.
“Den gracias al señor porque es eterno su amor”
Así empezaba la homilía del Monseñor Vincenzo Turturro, quien además de asumir como Nuncio Apostólico, fue ordenado como Arzobispo de Ravello una región de Campania, Italia.
“Yo doy gracias a Dios porque ha sido tan bueno conmigo dándome la dicha de venir a este país bendecido, al Paraguay, y conocer a este pueblo tan amable y cálido, al cual el Santo Padre el Papa Francisco, quiere muchísimo”, continuó el Monseñor Vincenzo y señaló la importancia de reconocer las acciones de Dios en la cotidianeidad.
“Si nos acostumbramos a ser indiferentes, nuestra vida va a perder consistencia, va a perder color, va a perder sabor”.
Desde el principio, Vincenzo Turturro manifestó seguir la misma línea del Santo Padre, invitó a la ciudadanía en general a salir de la indiferencia y a involucrarse, “abramos las rejas de la prisión de las que tantas veces nos encerramos para que cada uno de nosotros pueda descubrir su propia vocación en la Iglesia y en el mundo, se convierta en peregrino de esperanza y artífice de paz”, dijo parafraseando al Papa Francisco.
Cerró su homilía dirigiendo unas palabras a los jóvenes: “déjense fascinar por Cristo” y culminó solicitando la oración por su labor en el país, “Quiero pedirles a todos ustedes, que recen premurosa y afectuosamente a la Virgen de Caacupé, por la misión que el Santo Padre ha encomendado a este joven Nuncio Apostólico, para que sea digno de la historia de este pueblo paraguayo y servidor fiel de su belleza”.