El criminólogo Juan Martens habló sobre el asesinato de Francisco Correa, vinculado al caso Pecci, y sostuvo que su traslado a la cárcel La Picota, “una de las más peligrosas de Bogotá, no fue casualidad”. Explicó que en esa prisión los asesinatos por encargo son comunes, y que su muerte era previsible.

Martens aseguró que el crimen organizado tiene un alto nivel de infiltración tanto en Colombia como en Paraguay, y que este poder es el que estaría detrás del asesinato del fiscal Pecci y ahora de Correa. Señaló que trasladar a un testigo clave a una cárcel dominada por el crimen organizado evidencia la intención de evitar llegar a los responsables intelectuales del asesinato de Pecci.

“Cuando alguien rompe los códigos del crimen organizado, como lo hizo Francisco Correa al colaborar con la justicia, lo que sigue es la muerte. Él estaba en un búnker protegido, pero su traslado marcó su sentencia. Romper el código del silencio es lo que le costó la vida”, afirmó Martens.

También indicó que tanto él como otros criminólogos coinciden en que no fue un traslado fortuito. Cuando se busca eliminar a alguien, las narrativas de mayor seguridad suelen encubrir el objetivo real. La cárcel La Picota, según Martens, es un lugar donde todo tiene un precio y está bajo control del crimen organizado.

Concluyó que hubo complicidad de funcionarios colombianos, ya que Correa estaba bajo protección estatal y debían garantizar su seguridad. Sostuvo que la falta de voluntad política para identificar a los verdaderos responsables de la muerte de Pecci es evidente tanto en Colombia como en Paraguay.

Juan Martens