Evangelio de hoy
JUEVES DE LA SEMANA 30ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 13, 31-35
“¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!”
Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: “Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte”. Él les respondió: “Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, ‘a ustedes la casa les quedará desierta’. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: “¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!”. Palabra del Señor.

Meditación
La oración de Cristo y la intercesión del Espíritu Santo. De ida a Jerusalén, a pesar de la oposición, Jesús era consciente de su misión y estaba decidido. “Ofreció hacer lo que desagradaba a los judíos, esto es, que mandaría a los espíritus inmundos y libraría a los enfermos de sus enfermedades, hasta que sufriese el tormento de la cruz por su propia voluntad. «Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante…» Cuando dice «conviene», no da a entender que hay una necesidad imperiosa, sino que más bien andaba por su propia voluntad por donde quería, hasta que sufriese la muerte en la venerada cruz; cuyo momento manifiesta diciendo: «Hoy y mañana» (San Cirilo).

San Agustín, en el mismo sentido se ocupa sin embargo de la Iglesia, cuya alma es el Espíritu Santo: “«Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.» En sentido místico se comprende que estas palabras las dijo refiriéndose a su cuerpo, que es la Iglesia. Porque son expulsados los demonios cuando, abandonadas las supersticiones, los gentiles creen en El. Y se verifican las curaciones cuando según sus mandatos se renuncie al diablo y a las vanidades del mundo y llegue la Iglesia al fin de la resurrección (que se verificará como en el tercer día) a la perfección angélica por la inmortalidad del cuerpo” (S/ el consenso evangélico).

La oración esperanzada para cumplir con amor sus mandamientos.

¡Bendito el Señor, mi alcázar!

Bendito el Señor, mi Roca,

Que adiestra mis manos para el combate,

Mis dedos para la pelea. R/