Jorge Alfonso, padre de una víctima del Ycuá Bolaños, narró su experiencia ante la pérdida de su hijo: “Me despedí de mi hijo a las 06:00 a. m. Él trabajaba como carretero en el supermercado, pero ese día era su día libre. Un compañero suyo se sentía mal y mi hijo vino a reemplazarlo. Mi hijo murió en su puesto”, lamentó.
Hoy en día, la preocupación son los 125 huérfanos que dejó la tragedia. Piden al Ministerio de Cultura que los ayude, ya que se encuentran en situación de calle, de alquiler e incluso algunos son adictos. “Pedimos que no solo hagan festejo el 1 de agosto”.