San Próspero de Aquitania, fue un teólogo y seguidor de San Agustín de Hipona. Participó activamente en las discusiones religiosas de su tiempo, especialmente en temas relacionados con cómo se obtiene la salvación.
En aquel tiempo existían dos corrientes que discutían sobre este tema:
– Pelagianismo: sostenía que las personas podían alcanzar la vida eterna solo con su propio esfuerzo y libre albedrío, sin la necesidad de la gracia divina (la ayuda de Dios).
– Semipelagianismo: Intentaba combinar las ideas pelagianas con la enseñanza de la Iglesia. Decían que la gracia de Dios era necesaria, pero solo después de que una persona tomara la primera iniciativa hacia Dios.
San Próspero defendió las enseñanzas de San Agustín, quien creía que tanto la gracia de Dios como el esfuerzo humano eran necesarios para la salvación. Próspero escribió varios libros para explicar y apoyar estas ideas.
Próspero trabajó con el Papa León I como su secretario. Escribió una crónica sobre la historia de la Iglesia que cubre desde la creación hasta el año 455, añadiendo correcciones a la obra de San Jerónimo.
San Próspero murió alrededor del año 455.