El santo polaco dejó guiar su corazón y pincel por el primer artista creador, Dios. De esta manera, poco a poco, fue plasmando en sus obras temas religiosos, cumpliendo con su misión de poner al servicio de Dios el talento otorgado y ser instrumento del Padre.
Su vida y obra inspiraron a figuras como el Papa San Juan Pablo II. Fundó la Congregación de las Hermanas Albertinas Siervas de los Pobres y los Hermanos de la Tercera Orden Regular de San Francisco, conocidos como «albertinos», dedicándose a servir a los más necesitados.
Su nombre era Adán Hilario Bernardo Chmielowski, nació el 20 de agosto de 1845 en Polonia, bajo el dominio ruso. Participó en la Insurrección de 1863 contra la dominación rusa, resultando herido y perdiendo una pierna. Posteriormente, estudió ingeniería y pintura en Bélgica y Francia antes de regresar a Polonia tras una amnistía. Allí, renunció a la pintura profesional y se dedicó a ayudar a los pobres y enfermos, encontrando guía espiritual en San Rafael Kalinowski.
En 1880, Chmielowski ingresó al noviciado jesuita, pero pronto se trasladó a trabajar en albergues para personas sin hogar. En 1887, se unió a la Tercera Orden de San Francisco y en 1888 tomó el nombre de «Alberto». Realizó obras de caridad, fundando asilos, refugios y comedores para los más necesitados. Murió en 1916 en Cracovia y fue canonizado en 1989 por el Papa San Juan Pablo II.