San José Obrero, el padre de Jesús. Fue carpintero, un oficio que desempeñó con dedicación y sacrificio.
La celebración del día de San José Obrero coincide con el Día Internacional de los Trabajadores, destacando la importancia del trabajo en la vida de las personas y su contribución al bien común.
Fue el Papa Pío XII quien, en 1955, instituyó esta festividad, reconociendo a San José como un modelo de dignidad y protección para todos los trabajadores del mundo.
Por otro lado, San Juan Pablo II, en su encíclica «Laborem exercens», resaltó la santificación del trabajo humano y su capacidad para ennoblecer al hombre. En este sentido, San José representa la inspiración y la compañía en el camino hacia la realización personal a través del trabajo.
En tiempos de dificultades laborales, San José se convierte en un poderoso intercesor, ofreciendo ayuda y consuelo a aquellos que enfrentan injusticias o carencias en su empleo.
Su ejemplo nos invita a trascender lo meramente material y a buscar la realización espiritual en nuestras actividades laborales.