Santa María de Egipto, cuya vida estuvo marcada por el descubrimiento del amor de Cristo en el dolor del vacío espiritual.
Nació alrededor del año 344, vivió una juventud desordenada, dominada por las pasiones.
Sin embargo, durante una peregrinación a Jerusalén, ocurrió un hecho que cambió su vida por completo.
En un intento por ingresar a la Iglesia del Santo Sepulcro, María se encontró inexplicablemente bloqueada por una fuerza invisible.
Después de varios intentos fallidos, el peso del remordimiento la abrumó, llevándola a arrepentirse sinceramente ante la estatua de la Santísima Virgen. Fue entonces cuando una nueva determinación la llevó a la puerta de la iglesia, donde esta vez fue acogida.
A partir de ese momento, María emprendió un viaje espiritual que la llevó al desierto, donde pasó los siguientes 47 años dedicada a la oración, la meditación y la penitencia.
Un Jueves Santo, se cumplió la promesa hecha por un sacerdote, recibió la eucaristía en el Río Jordan, dónde Jesús fue Bautizado.
María, fallece un Viernes Santo en el año 421.