Misa 07:00 horas
Tema: “La Eucaristía: la Oración más importante de la Iglesia”
Preside Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Caacupé
Predica: Pbro. Blás Arévalos, Administrador Apostólico de la Diócesis de Villarrica del Espíritu Santo.
Homilía Caacupé, 29, 11, 2023, “La Eucaristía: la Oración más importante de la Iglesia”.
La oración es propia de la Iglesia, esta es su esencia, por tanto, no puede haber una comunidad eclesial sin oración. La oración- eucarística, impulsa a la comunión sinodal. O sea, somos el pueblo de Dios que camina, y todos se apoyan para seguir juntos, mediante la fuerza de la Eucaristía. “Debemos aprender a decir ‘Padre’, es decir, ponerse en su presencia con confianza filial. Pero para poder aprender, se necesita reconocer humildemente que tenemos necesidad de estar instruidos, y decir con simplicidad: Señor enséñanos a orar”, lo dijo el Papa Francisco.
Para comprender la belleza de la celebración eucarística, señaló el Santo Padre, hay que entender que la Misa es oración, es más, es la oración por excelencia, la más alta, la más sublime, y al mismo tiempo la más “concreta”. De hecho, es el encuentro de amor con Dios mediante su Palabra, el Cuerpo y Sangre de Jesús. Es un encuentro con el Señor”. (Papa Francisco en la Audiencia General del tercer miércoles de noviembre). Debemos responder a una pregunta. ¿Qué cosa es verdaderamente la oración? La oración, es sobre todo diálogo, relación personal con Dios. Decía San Bernardo: «el que oye devotamente una Misa en gracia de Dios merece más que si diera de limosna todos sus bienes».
Encuentro con Cristo: La Eucaristía es un encuentro íntimo con Jesucristo. Los fieles enfatizamos la importancia de prepararse espiritual y mentalmente para recibir a Cristo en la Eucaristía. Esto incluye la confesión regular de los pecados y la reflexión sobre la vida cristiana.
Comunidad y Unidad: La Eucaristía es una celebración comunitaria. Los bautizados destacamos cómo la participación en la Eucaristía, fortalece los lazos comunitarios y fomenta la unidad entre los fieles. Y anima a la comunidad a acoger a nuevos miembros y a cuidar de aquellos que están en necesidad. La Eucaristía nos abre a todas las dimensiones del Misterio de Jesús, que es mayor que nosotros y no puede reducirse a la medida que nosotros deseamos.
2 Es un banquete, iniciado en la noche del Jueves Santo antes de la Pascua, en el que somos convidados a recibir el don: «Tomen, coman… Beban todos…» (Mt 26,26.27). Dios hace comunión con nosotros y quiere que vivamos esa comunión entre nosotros. La Eucaristía es el sacrificio, que se ofrece una vez por todas, en el que hacemos memoria (cf. Lc 22,19) y se hace actual la entrega del Resucitado, que sufrió y murió por nosotros. En la celebración eucarística, no sólo el pasado se hace actual, también se anuncia y anticipa el futuro en la última venida de Cristo, principio y fin de todo lo creado. Estas verdades nos llenan de esperanza, porque nos recuerdan que no estamos solos. Jesús permanece con nosotros hasta el final de los días (Mt 28,20).
Participación Activa: Anima a los fieles a una participación activa, la Eucaristía. Hace que sea con más fuerza sinodal. «La sinodalidad es el modus de trabajar la comunión eclesial, la participación también en cuestiones y decisiones de gobierno, en los aspectos de la vida de la Iglesia. El Sínodo sobre la sinodalidad es un sínodo sobre cómo se vive en modo evangélico la comunión eclesial, el caminar juntos de, todos los miembros del pueblo de Dios.
Vivir la Eucaristía en la Vida Diaria: Misión. Evangelio: “Yo soy el pan Vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”. “el Padre que tiene Vida, yo vivo por el Padre”. (Jn 6, 51-58). Los seguidores de Cristo, entizamos la conexión entre la Eucaristía y la vida cotidiana. La experiencia de la Eucaristía debe transformar la vida de los fieles, inspirándolos a vivir de acuerdo con los valores cristianos en sus hogares, lugares de trabajo y comunidades. Mediante este Cristo vivo en el corazón, debemos de defender, la familia, y la identidad de lo femenino y masculino que somos al nacer, así como ha querido nuestro Creador. Hay hambre y sed de una vida digna. Muchas familias tienen que dedicar gran parte de su tiempo y energías para conseguir una alimentación deficiente e insuficiente. Nuestra Iglesia debe profundizar su compromiso en la erradicación de la pobreza. Que todos puedan acceder a la comida festiva y la reunión significativa que significa la Eucaristía. Adoración Eucarística: Fomentar la adoración eucarística fuera de la Misa. Muchas comunidades ofrecen momentos de adoración donde los fieles pueden pasar tiempo en silencio ante el Santísimo Sacramento, fortaleciendo así su relación personal con Cristo
3- Proporcionar una catequesis continua sobre la Eucaristía para profundizar la comprensión de los fieles sobre este sacramento. Esto puede incluir estudios bíblicos, charlas pastorales y materiales educativos que ayuden a la comunidad a crecer en su fe eucarística. Por eso meditamos las Escrituras para conocer el “resplandor de la gloria de Dios” que él nos reveló (Hb 1,3) en su vida concreta, en sus palabras, en sus acciones, en la gran gesta de su Pasión, Muerte y Resurrección. “El verdadero Jesús”, Hijo de Dios, hombre de carne y hueso, de discernimiento, decisiones, oración, amor apasionado al Padre y a la humanidad, viene a nuestro encuentro en la Eucaristía. La presencia “real” nos dice que bajo las especies eucarísticas está realmente presente Jesús.
Misión y Servicio: Relacionar la Eucaristía con la misión y el servicio. Los fieles, al recibir a Cristo en la Eucaristía, son enviados a compartir el amor y la gracia de Dios con los demás a través del servicio y la misión en el mundo. La fe en el Cuerpo de Cristo es fundamental. Afirmamos y creemos que el pan y el vino que compartimos son el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Al comulgar nos unimos al cuerpo de la Iglesia misma, en la comunidad, en la creación, en los más pobres, en todas las situaciones donde están “esos pequeños que son (sus) hermanos” (Mt 25). 1ra lectura: Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes y derramó la otra mitad sobre el altar. Y leyó delante del pueblo, el documento de la alianza. Y el pueblo contestó, así vamos a cumplir” (cf. Ex 24, 3-8 ). . El cuerpo de Cristo abarca una inmensa red y es una red corporal, no meramente virtual. San Juan, en su primera carta, nos exhorta a vivir la comunión integralmente: “todo el que confiesa que Jesucristo realmente se hizo hombre es de Dios” (1 Jn 4,2) y por ello “si alguien dijera: ‘Amo a Dios’, pero aborrece a su hermano, sería un mentiroso” (1 Jn 4,20).
Estar unido al Cuerpo de Cristo en la celebración eucarística es amarlo en la familia, en la comunidad, en la sociedad, en los que sufren. La liturgia del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es inseparable del servicio en la vida cotidiana y en la acción social. María santísima, nos ayude con la luz de su hijo Salvador, a vivir la Eucaristía que es la oración más importante de la Iglesia.
Que así sea.
Fuente: Dpto. Comunicaciones Basílica Santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.
Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica