MARTES DE LA SEMANA 30° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO
Evangelio según San Lucas 13, 18-21
“¿A qué se parece el Reino de Dios? “
Jesús dijo: “¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas”. Dijo también: “¿Con qué podré comparar el Reino de Dios? Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa”. Palabra del Señor.
Meditación
Jesús habla de que el Reino llega y la gente está distraída, afanadas en los viejos problemas, divisiones, luchas entre hermanos, dolor y muerte por todas partes. ¿Qué tanto sumarían unos pocos milagros, o pequeñísimas esperanzas de unos muy pocos en medio de un mundo cargado de angustia, desesperación, impureza, sufrimiento, muerte y cayendo en masa en la idolatría? Atención: no se debe esperar solucionar todos los problemas del mundo inmediatamente, sino responder a la voluntad de Dios ahí en donde nos toque la oportunidad de hacer el bien.
Para quienes dicen que nada pasó a pesar de tanto esfuerzo, Jesús les dice que la semilla fue sembrada; y si dicen que la masa sigue intacta, les expresa que la levadura está fermentando y renovando todo lentamente desde dentro. Aunque parezca que dominan los malos, la victoria decisiva ya está dada, ye empezó el mundo nuevo. Si los enemigos del Reino dicen de la insignificancia de su obra, Jesús les dice que el Reino actúa y lo transforma todo, verán su gloria, les guste o no, pero a Su modo y en Su tiempo.
El crecimiento de la semilla no se puede concebir como un fenómeno natural, que está sometido a las leyes biológicas; más bien se debe mirar el símbolo de un grano que siendo pequeño, se transforma y fructifica por la fuerza de Dios, infinitamente más poderosa a cualquier fuerza, que está actuando sobre el mundo. Jesús quien fermenta la historia de los hombres desde dentro mismo de ella, el final todavía está oculto a nuestros ojos o entendimiento, pero por su potencia infinita de amor logrará fermentar toda la masa, aunque humanamente parezca imposible, porque para Dios nada hay de imposible (cf. Lc 1,37). Rezamos por quienes están en peligro en estos días de participar en alguna experiencia que Dios no quiere.
Perdón Señor porque muchas veces nos desanimamos cuando queremos obtener los resultados inmediatos y obramos esperando esos resultados como frutos sólo de nuestros esfuerzos o méritos. Ayúdanos a entender que todo lo que venga de Ti y en donde Tú estés presente, obra de modo aparentemente insignificante, pero con Tu fuerza, puede fermentar y transformar todo, aunque parezca imposible. Gracias por transformar nuestra vida y convertirla en esa levadura en medio de una sociedad cada vez más angustiada y desesperada, misionando con amor con las personas que más necesitan en el mundo entero. Amén.
Gentileza, Arzobispado de Asunción