El Papa, en un mensaje enviado a los participantes en el 60º Congreso Internacional de Toxicólogos Forenses, que se está celebrando en Roma, expresa su preocupación por el aumento del consumo de drogas entre adolescentes y jóvenes.
La delicadeza de las fases de la adolescencia y la juventud, sumada a las fragilidades e inseguridades de las sociedades actuales, son factores -es la indicación de Francisco- que pueden arrastrar a la búsqueda de nuevas experiencias. Medirse con lo inédito, explorar lo desconocido, el miedo a sentirse excluido y la necesidad de socializar con los iguales son elementos de riesgo, que pueden llevar a los jóvenes «a elecciones y comportamientos peligrosos, como el uso de sustancias psicoactivas y el abuso del alcohol, o a la posibilidad de encontrarse con situaciones extremas, tanto virtuales como reales».
En el mensaje, el Pontífice señala el peligro de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) que, además de estar en rápida expansión, son químicamente fáciles de modificar, tanto que permiten al crimen organizado escapar al control. «Muchos adolescentes -escribe Francisco- abusan de las NSP sin conocer su peligrosidad», por lo que es necesario desarrollar «técnicas de análisis», poner en marcha intervenciones de prevención y «favorecer planes terapéuticos adecuados».
Otro punto planteado por el Papa en su mensaje es la difusión de sustancias dopantes en el ámbito competitivo y deportivo, que «manifiesta la obsesión por obtener metas importantes y rendir a toda costa». Un fenómeno que debe hacernos reflexionar, continúa señalando Francisco, sobre la sociedad actual «impregnada por una cultura de la eficacia y de la productividad, que no admite vacilaciones ni fracasos». Querer parecer a la altura de las expectativas, darse una imagen de rendimiento y de ganador, desterrando la fragilidad y la debilidad, se convierte, es la advertencia del Pontífice, en «un obstáculo insuperable para la búsqueda del desarrollo humano integral».
La alarma es por la desorientación de los jóvenes que, en busca de puntos de referencia, recurren a la droga para frenar la angustia y la falta de sentido, para superar la fatiga «de ser y de existir». Detrás de las adicciones, recuerda Francisco, hay «experiencias concretas, historias de soledad, desigualdad, exclusión, falta de integración», ante las que «no podemos ser indiferentes», y siguiendo el ejemplo de proximidad ofrecido por Jesús, «también nosotros estamos llamados a actuar, a detenernos ante situaciones de fragilidad y dolor, a saber escuchar el grito de la soledad y de la angustia, a inclinarnos para levantar y devolver a la vida a quienes caen en la esclavitud de la droga».
Debemos, por tanto, pide el Papa, animar a los jóvenes a «buscar razones para vivir», a través de itinerarios educativos, terapéuticos y de rehabilitación, y favoreciendo modelos culturales alternativos.